lunes, 31 de mayo de 2010

Qué mala suerte, otra vez.

Verás, ayer todo marchaba bien hasta que esos guardias me acusaron de robar unos calcetines. Qué podríamos esperar de esta ciudad...

Tú no la conoces demasiado, por lo que quizá te sorprenda saber que Lunargenta está plagada de mangantes y corruptos que siempre andan deteniendo a la gente para culparles de cualquier cosa y aparentar que existe la ley y el orden. Es despreciable. Bien es cierto que los robé, pero eso es lo de menos, la cuestión es que di con mi trasero en la moqueta de las celdas de la guardia de la ciudad. Mentiría si te dijese que es la primera vez que visitaba aquel lugar, la guardia de los caballeros la ha tomado conmigo y siempre que visito Lunargenta me crea algún sobresalto, malditos, así no se puede trabajar, esto no es serio.

Se acababa de marchar el guardia y me senté a descansar. Desde el rincón pude observar que no estaba solo, me acompañaban en el calabozo algunos delincuentes más. Mientras masajeaba mi hombro dolorido observé a los elfos detenidos y evidentemente desconfié de ellos, a saber por qué estaban allí. Dos jóvenes elfas adolescentes estaban sentadas frente a mí, charlando de sus cosas. Supuse que de esos interesantísimos temas que las chicas en la edad del pavo suelen tener... no me mires así, supongo que tú no, pero ellas sí, seguro, por lo que decidí dedicar mi atención a asuntos más importantes, como salir de allí o si nos iban a dar de cenar. Como tenía bastante hambre y fuera no estaba invitado a ninguna mesa, tuve clara mi prioridad.

-¿Os han dado de cenar? -Pregunté a las dos chiquillas poniendo mi tono más cortés.

-No, aun no nos... -Empezaba a decir la rubia del pelo corto antes de volver su rostro hacia mí, cosa que hizo aparecer la furia entre sus pecas - ¡Tú! -Me gritó.

-¿Yo? -Fruncí el ceño tanteando la situación, quizá estaba loca.

-Si, tú, te recuerdo- contestó con una entrañable cara de rabia.

-No se quien eres muchacha, debes confundirte -por un momento repasé divertido mis últimas semanas, no, no recordaba haber cogido sin permiso nada a ninguna muchacha como ella.

-¡Tu me tirabas de las coletas!

-¿De las cole...? aaah, ya -sonreí de oreja a oreja.

Hacía muchísimo tiempo que no veía a aquella niña que pateaba mis espinillas años atrás, y ahora la tenía delante de mí, enfadadísima y gritándome mientras su amiga morena intentaba que se calmara. Yo sabía que eso iba a ser imposible, las chicas son muy rencorosas y Kiri siempre fue muy exagerada. Coletas ya no tenía, pero sí la misma mala leche. De hecho, en lo que me quise dar cuenta la tenía a escasos centímetros, golpeando mi pecho y empujándome hasta que di con el trasero de nuevo en la moqueta... no te rías, fue porque me tropecé ¬¬

Con el alboroto llegó el guardia. No fue muy simpático conmigo ya que casi me deja libre por error cuando le dije solo un rato antes que una mujer había pagado mi fianza, cosa que no era cierta, lo admito. La fianza ascendía a tres oros pero, como es lógico, no los tenía. La chica morena inesperadamente se ofreció a pagarme la libertad, supongo que para que dejase de molestar a su amiga. Gesto que agradecí guardándome las monedas. Cómo es de mala educación dar a otro el regalo recibido... me las quedé.

-Paga la deuda y vete -me dijo el guardia, seco y serio.

-Le he dicho que no tengo dinero. -Contesté suspirando con paciencia, no me gusta repetir una y otra vez las cosas.

Me pidió los datos y como tampoco tengo por costumbre dárselos a los desconocidos, le di el primer nombre que me vino a la cabeza. No se por qué no creyó que me llamaba Ranulfo, siendo este un nombre estupendo, pero el caso es que me topé con la punta de su espada en la garganta. Tomó nota de mi nombre y se marchó refunfuñando. Solo es una noche en prisión, pensé.

-¡Devuélvele el dinero a Guaxi! -Dijo Kirita cuando se calmó la cosa.

Cambié de tema por que ese no llevaba a ninguna parte e intenté ser amable, pero ni le gustó que le dijese que no había cambiado nada en estos años, cosa que no es del todo cierto, ni tampoco que le llamase Kirita como entonces... me aventuraría a decir que no tiene muy buenos recuerdos de aquellos años, noté algo en su mirada de odio mientras me pegaba que me hizo intuir que le pasaba algo conmigo. Guardo muchos recuerdos de mi infancia en la aldea, no se los he contado nunca a nadie, pero a ti sí te los voy a contar... ¿Qué por qué te cuento esto a ti? Pues porque se que no te importa.

Y, además, así tengo algo de qué hablar mientras te invito a comer algo con estas tres monedas de oro.

4 comentarios:

  1. xD Bravo! lo que me he reido! Kiri no soportará a Eddan pero a mí ya me cae bien!

    Espero con ansia la segunda entrega ^_^ .

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  2. ¡Felicidades! Es muy, pero que muy bueno. :)
    Espero la continuación.

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  3. Noté algo en su mirada de odio mientras me pegaba, que me hizo pensar que le pasaba algo conmigo.

    Eddan, qué sagaz, jajajaja

    Muy chulo corazón. Sigue, que te leo. Como se nota que vives conmigo, escribes muy bien. (Baja, modesto, que subo)

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  4. Te invito a comer con el dinero que te acabo de robar. Que risas Diego, mola mucho xD.

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